Enhorabuena 2013

El fin de año huele a compras, enhorabuenas, y postales con votos de renovación,/ y yo que sé del otro mundo, que pide vida en los portales les voy a hacer una canción…

Y comenzó el 2013 (ya hace una semana). A todo el mundo le parece ahora muy natural que el holocausto que predijeran los mayas no fuera más que el resultado de una mala interpretación occidental del calendario precolombino, pero yo sé que unos cuantos temieron, o al menos percibieron el advenimiento de algo, cuando menos, “raro”, el 21 de diciembre.

Por ahí circuló un papelito de lo más sospechoso, diciendo que se alinearían los planetas, evento que haría colapsar los sistemas eléctricos de todo el mundo, y que la tierra giraría a oscuras por tres días. Aparte de dos o tres viejitas que en la cola del pan comentaron medio asustadas que debían conseguir petróleo para cocinar durante el supuesto colapso, no percibí más revuelo en torno al mensajito. En lo particular me pareció de lo más alarmante la cercanía de un meteorito a tierra a mediados de diciembre. Esa podría ser una causa probable, la del diluvio o el deshielo polar en solo unas horas me parecían más absurdas, pero un meteorito… la misma palabra es más azarosa, misteriosa y bigbaneante que cualquier otra. Pero no lo comenté con nadie, no hablaron más del asunto en la TV y me olvidé de él.

El 21 de diciembre pensé hacer algunas llamadas, a la gente que quiero y está lejos, pero en Holguín el día estaba tan fucking soleado y hermoso que me contuve, evidentemente no se acabaría el mundo, y no se acabó, aquí estamos, igualitos que el año pasado, deseando y temiendo las mismas cosas, quizás un poco más optimistas porque es cierto que enero tiene ese olor de ropa recién lavada, el color medio confuso del amanecer, en fin, la emoción de las cosas que despiertan o se renuevan. El ánimo de enero va pasando, el sol empieza a quemar con más fuerza después, todo vuelve a acumularse, y comienzan las ganas de volver a enderezar el reloj de arena y empezar de cero. Por ahora prefiero congelar esta imagen de yerba fresca, de crisálida, del mundo recogido en una probeta, a punto de estallar, de empezar, pero aún no, enero recién comienza.