Guantánamo

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Fotos: Lorenzo Crespo.

Estuve en Guantánamo, la ciudad de los ríos, del cacao, del changüí, de las calles más rectas que he visto… Llegué medio aturdida, y no sé si fue el efecto de la luz del atardecer cayendo, el cansancio de la gente de regreso a casa, la línea larga del ferrocarril y la nostalgia que me traen los trenes, lo que me hizo sentir que ya conocía esas cosas, que Guantánamo no me era tan ajeno.

No sé por qué la palabra Guan-tá-na-mo, me sonaba a lugar polvoroso y triste, será porque geográficamente es como un hueco por el que no tienes que pasar para ir a ninguna parte, está metido allá, arrinconado en el oriente de Cuba, tan lejos de la línea que me he trazado en mis viajes, siempre al oeste…

En una noche nos llevaron a los mejores lugares, y yo quise ver lo mejor… Me perdí, porque llegué tarde, el museo provincial y lo más espectacular de su colección: un pedazo de la nave en la que Arnaldo Tamayo regresó del espacio en los 70´.

Le dimos la vuelta al parque, entrando y saliendo de los mejores establecimientos que lo rodean: la chocolatería –en moneda nacional– La Primada; la pizzería más barata que haya conocido, con pizzas entre ¡tres! y quince pesos; el hotel Martí, según los lugareños, el que mejor se vende en la ciudad; y la Casa de la Trova “Benito Odio”, un salón demasiado espacioso para mi gusto –para la trova prefiero los metros cuadrados de un patio casero, pequeño, íntimo– pero justificado al menos por una pareja de bailadores septuagenarios que vienen siempre y a los que, según me dijeron, podría encontrar en cualquier lugar con música. El sexteto estuvo inmejorable.

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Percibí en los guantanameros la urgencia por mostrarle a los demás, al mundo, sobre todo, que Guantánamo no es la base naval, o la cárcel adonde van a parar los prisioneros de “la lucha contra el terrorismo”. Entre ellos sentí la misma calidez y hospitalidad que percibí entre los santiagueros, de hecho, se parecen mucho, tienen, entre otras, las mismas influencias del Caribe: emigración franco-haitiana y de braceros haitianos y jamaiquinos… pero la ciudad es recta, llana, nada que ver con las lomas santiagueras, por eso Guantánamo se me parece a un híbrido entre Holguín y Santiago, o algo así, un Holguín habitado por santiagueros, salvando las distancias. (que me perdonen los guantanameros, pero casi siempre armo el puzzle de las nuevas ciudades con las dos que más conozco)

De día solo estuvimos un rato. Mientras la guagua avanzaba, un tren nos pasaba por el costado en dirección contraria, con el mismo estruendo que habría hecho una manada de elefantes caminando en fila por la ciudad. Me faltó por ver un montón de cosas, me imagino, las calles sin pavimentar, los tipos jugando dominó en los barrios, las paradas de guagua repletas o vacías.

Me quedo por ahora con la postal, y con la gente que me acompañó en este viaje. Sin Arlín, Adriel, Lorenzo, Lily, y los demás, nosotros, los invitados, los que llegábamos a la ciudad de los ríos, del cacao, no habríamos pasado de ser unos forasteros, unos intrusos en tierra ajena.

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8 Respuestas a “Guantánamo

  1. tierra de todos, ésta también es tu tierra…

  2. wao mencionarme en tu trabajo quiere decir que soy bueno como guía turístico jejejeje

  3. Chely eso de que «Guantánamo se me parece a un híbrido entre Holguín y Santiago, o algo así, un Holguín habitado por santiagueros, salvando las distancias.» te quedó escapa`o. Ah recuerdo que en marzo estuvimos unos minutos en esa casa de la trova y me divertí mucho con los viejitos bailando, tienen un sentido del ritmo enviadiable, era algo que noté en todos…
    Besos……

  4. Lindo Chely!!! Al fin estoy de regreso, como siempre con mis ausencias intermitentes jajajaja. Un beso grandote pa ti y fue un enorme placer compartir contigo esos pocos pero inolvidables días. Te espero de vuelta un día de estos.

  5. Gracias a ti, esperamos pronto que regreses por el extremo oriente de Cuba. Saludos, éxitos en el 2014.

  6. Tita muy lindo, sin temerle al adjetivo. Es un descubrimiento tierno y entrañable de mi ciudad.

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