La historia de «Lo Feo»

Ni siquiera el Principito con su célebre “no se ve bien sino con los ojos del corazón” me mostró con tanta claridad la sencillez de las cosas como sí lo hicieron la vieja palangana de violetas y el cocuyo atrapado en la botella.

Ayer cuando llegué a casa, busqué el libro de Teresita Fernández, con sus hojas un poco magulladas por el roce medio torpe de mi beba, y releí la historia de cómo escribió Lo feo. Después Gio  se quedó en la cama, hojeando el libro y cantando, ojalá entienda lo que canta y sienta la ternura del coralillo y el alita de cucaracha. Aquí los dejo con la historia, contada en las palabras de Teresita:

Tenía novio y era el Día de los Enamorados. Él estaba en La Habana y yo en Santa Clara, y en la terminal de ómnibus antes de tomar la guagua me preguntaba: ¿qué le regalaré? Veo un cocuyo y se me ocurrió cogerlo, pero dije: ¿Cómo se lo llevo? Me encuentro una botella rota en el andén, metí el cocuyo dentro de la botella y eso fue lo que le regalé, y como era del campo y estaba viviendo en La Habana, él se emocionó muchísimo porque los cocuyos están en el recuerdo de casi todos los niños campesinos. Fui todo el camino de la guagua, tarareando la canción, porque eran cosas que tenía en la mente.

Mi papá enamoró a mi madre con un ramo de violetas, desde entonces en mi casa hubo una palangana de violetas, y yo he tenido siempre una en recordación a mis padres. Otra cosa que he visto desde mi niñez es que en todas las cercas sin brillo, se enredan los aguinaldos y los coralillos. ¿Por qué? Porque el tiempo hace su obra, y en una cerca que constantemente la estén pintando no se enreda nunca nada. Sin embargo, en las cercas más viejas y pobres de la carretera, el coralillo y el aguinaldo se enredan y son las dos plantas melífluas más importantes, las mayores productoras del miel. Por eso siempre recuerdo a Martí: “ser cultos para ser libres”. La gente no puede imaginar cómo el conocimiento te da alas para volar. La gente se cree que eso es ser soñadora y muy idealista.

La belleza está en todas partes. Hay que tener espejuelos para ver la belleza que está hasta en lo feo, porque es muy fácil amar el poder, la gloria, el éxito, el dinero, la buena ropa, la buena comida…pero para desentrañar la belleza, que hay detrás de lo feo, hace falta más visión y diría que hasta un amor heroico. Con todas esas vivencias…, más un texto de Gabriela Mistral que dice: “En lo feo la belleza está llorando, fíjate cómo el escarabajo deja que se pose sobre su caparazón oscuro, una gota de rocío que le finja un pequeño resplandor de dicha”.

Con todo eso, hice la canción.

(Tomado del libro Amiguitos, vamos todos a cantar, de Alicia Elizundia)

5 Respuestas a “La historia de «Lo Feo»

  1. Gracias por compartir esta historia Chely!!!!!!!!!! Quiero leer ese libro, necesito encontrarlo 😉 Un besito

    • Gracias a ti por pasar, el libro es de Gente Nueva, del 2011 y está precioso, con todas sus canciones y las historias de cómo y por qué las escribió, ojalá lo encuentres, beso!!!

  2. ya lo aprendí desde antes en la universidad cuando mi profe de arte insistía decirnos que detrás de lo feo se esconden lo bello, lo desconocido, siempre hay que buscar otros detalles, hoy tu lloras su pérdida, y juntos recordamos todos sus cuentos y canciones compartidas… gracias

    • Lorenzo, gracias por pasar por aquí, la belleza es muy relativa verdad? está en los ojos de quien la ve, beso grande, gracias por los buenos momentos en Guantánamo. Abrazo.

  3. Reblogueó esto en Soy la Islay comentado:
    No había escrito nada para Teresita. Tenía lejos la posibilidad de dejar constancia de lo que significaba su pérdida para mi. Busqué entre los papeles de una gaveta un nrecuerdo grato de cuando estaba saliendo de mis 14 años y casi me llegaban los15.
    Estaba yo en Santa Clara, viajaba toda Cuba como integrante del coro Vocecitas de Cristal, que me vio crecer desde los 5, cuando me aprendía las canciones de memoria porque no sabía leer aún.
    Allí la vi y me regaló un gato, me pintó a su Vinagrito en un pedazo de papel que me llenaba de alegrías la inocencia. No sabía del tesoro que me entregaba, como cuando dijo haber disfrutado de nuestras canciones, o cuando escribió «Para mi niña Arlin».
    Teresita me dio ese día un gran regalo, otro, porque su música me hizo crecer mejor y me ayuda a lograrlo todavía.
    Comparto estas líneas de Chely, un descubrimiento hermoso.

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